lunes, 1 de octubre de 2012

LA SOMBRA- (del libro La Sombra de Jung)

Aunque no podamos contemplarla directamente la sombra aparece continuamente en nuestra vida cotidiana y podemos descubrirla en el humor (en los chistes sucios o en las payasadas, por ejemplo) que expresan nuestras emocio nes más ocultas, más bajas o más temidas. Cuando algo nos resulta muy divertido -el resbalón sobre una piel de plátano o el descubrimien

to de un tabú corporal-,
también nos hallamos en presencia de la sombra. Según John A. Sanford, la sombra suele ser la que ríe y e divierte, por ello es muy pro bable que quienes carezcan de sentido del humor tengan una sombra muy eprimida.
La psicoanalista inglesa Molly Tuby describe seis modalidades diferentes para descubrir a la sombra en nuestra vida cotidiana:
•En los sentimientos exagerados respecto de los demás. («¡No puedo creer que hiciera tal cosa!» «¡No comprendo cómo puede llevar esa ropa!»)
•En el feedback negativo de quienes nos sirven de espejo. («es la tercera vez que llegas tarde sin decírmelo. »)
•En aquellas relaciones en las que provocamos de continuo el mismo efecto perturbador sobre diferentes personas. («Sam y yo creemos que no has sido sincero con nosotros.»)
•En las acciones impulsivas o inadvertidas. («No quería decir eso.»)
•En aquellas situaciones en las que nos sentimos humillados. («Me avergüenza su modo de tratarme.»)
•En los enfados desproporcionados por los errores come tidos por los demás. («¡Nunca hace las cosas a su debido tiempo!» «Realmente no controla para nada su peso.»)

También podemos reconocer la irrupción inesperada de la sombra cuando nos sentimos abrumados por la vergüenza o la cólera o cuando descubrimos que nuestra conducta está fuera de lugar. Pero la sombra suele retroceder con la misma prontitud con la que aparece porque descubrirla puede constituir una amenaza terrible para nuestra propia imagen.Es precisamente por este motivo que rechazamos tan rá pidamente -sin advertirlas siquiera – las fantasías asesinas, los pensamientos suicidas o la embarazosa envidia que tantas cosas podría revelarnos sobre nuestra propia oscuridad

Es frecuente, por ejemplo, que el encuentro con la sombra tenga lugar en la mitad de la vida, cuando nuestras necesidades y valores más profundos tienden a cambiar el rumbo de nuestra vida determinando incluso, en ocasiones, un giro de ciento ochenta grados y obligándonos a romper nuestros viejos hábitos y a cultivar capacidades latentes hasta ese momento. Pero a menos que nos detengamos a escuchar esta demanda permanecere mos sordos a sus gritos La depresión también puede ser la consecuencia de una confrontación paralizante con nuestro lado oscuro,un equivalente contemporáneo de la noche oscura del alma de la que hablan los místicos. Pero la necesidad a interna de descender al mundo subterráneo puede ser postergada por multitud de causas,como una jornada laboral muy larga, las distraccio nes o los antidepresivos que sofocan nuestra
desesperación. En cualquiera de estos casos el verdadero objetivo de la melancolía escapa de nuestra comprensión.
Encontrar a la sombra nos obliga a ralentizar el paso de nuestra vida, escuchar las evidencias que nos proporciona el cuerpo y concedernos el tiempo necesario para poder estar solos y digerir los crípticos mensajes procedentes del mundo subterráneo
CORAJE

El ser humano que se levanta, aún es más grande que el que no ha caído.
Concepción Arenal.

Cuando un ser humano “cae al barro” de la existencia sucede que, sin él todavía saberlo, está abriendo un insospechado proceso de cambio y transformación en su rumbo y su persona. La vida es paradójica al servirse de la caída, cuando, en realidad, lo que con ella viene a buscarnos es el aprendizaje y la madurez del alma. Desprestigio, ruinas, errores, pérdidas, abandonos, enfermedades llegaron a nuestras vidas y, arrasando lo que creíamos ser, sometieron nuestro ser a experimentar los dolores que empaquetaba cada lección nueva. Más tarde, pasado un tiempo de asimilación, llega un día en el que, una vez más, la fuerza nos impulsa al ascenso de otra nueva montaña.

El que se levanta es un ser distinto de aquel que sufrió la caída. El dolor amplió su visión. La pérdida lo vació de apegos y el proceso expandió su consciencia. A veces, el que cae es un ilusionista que, más tarde, se levanta ya como Mago. El ilusionista todavía maneja ilusiones y manipuladoras burbujas de plata. Sin duda, materiales tan efímeros que se diluyen ante cualquier brisa que las roza. Por el contrario, el mago renacido trabaja con elementos más sobrios y profundos. Acomete proyectos conociendo sus propias debilidades y mirando de frente a las sombras. Un ser más ecuánime y desprendido que domesticó su ego y barrió su arrogancia.

Hay personas con pobreza de bienes y escasez en sus mentes y en sus casas, que nunca han sido ricos, pero tampoco conocen los confortables entresijos de la abundancia. Y también existen otras, que siendo ricas en bienes y poderosas en la sociedad que tocan, de pronto, les llega el rayo que rompiendo su Torre, las arroja al otro lado de su propia referencia. Sucede entonces que sus vidas enfrentan la pérdida de los vínculos sociales y el dolor producido por la muerte de la identidad vieja. En realidad, mediante tales sucesos, un nuevo ciclo de renovación y aprendizaje está llamando a la puerta. Y así como hay ex ricos “venidos a menos” que sufren las diferencias, también existen ex lúcidos. Es decir, personas que han conocido la lucidez y la Gracia y un día se enfrentaron a la amnésica densidad de la noche oscura del alma. En realidad, son almas grandes que tras vivir en la claridad y la paz de espíritu, son llamadas a enfrentar las sombras oscuras de sus más íntimas moradas.

Las experiencias difíciles que vivimos como lo puedan ser el exilio de nuestra familia, la pérdida del ser amado, la merma económica, la disminución de nuestra seguridad y el abandono de la lucidez alcanzada, son acontecimientos que, desde un punto de vista iniciático de la maduración y despertar de la conciencia, tienen otras lecturas que las de meras desgracias. El que se levanta y regresa como Hijo Pródigo que vuelve a Casa tiene otra calidad en su alma. Sus ojos hablan otro idioma y a todos conmueve la profundidad de su mirada. Ha aprendido los secretos del corazón humano mientras iluminaba su propia sombra. Es el sabio que ya no juzga a los que hierran, que comprende el dolor de los que sufren y que en su corazón ya no hay corazas. Es el nuevo servidor del mundo, aquel que teniéndolo todo, pareció quedarse sin nada.

El descenso de los dioses que se hicieron hombres, habla del mito de la caída voluntaria. Un proceso de densificación en el que por amor y compasión, los lúcidos entran voluntariamente en amnesia. Tal vez éste sea el sutil precio que pagaron antes de acceder al último escalón del Nirvana. En realidad, el que asciende de nuevo al origen, lo hace más radiante y tiene otra vibración en su aura. Todos sabemos que hay ángeles caídos que cumplen su misión y, en cada alba, dan las gracias.

JOse Maria Doria